Paralingüística


 Paralingüística
La paralingüística se ocupa del estudio de aquellos aspectos no lingüísticos del comportamiento verbal como pueden ser el tono de voz, el ritmo, el acento, los tartamudeos, etc. Desde un punto de vista estrictamente lingüístico, cuando dos interlocutores se comunican, el comportamiento verbal está determinado por dos factores: el código común empleado, y la intención de comunicar un mensaje concreto mediante ese código. No obstante, estos factores lingüísticos no delimitan totalmente el comportamiento verbal de los interlocutores (Ricci y Cortesi, 1980), ya que existen en el lenguaje unas variaciones lingüísticas como la elección de la lengua, las formas de los tiempos, y unas variaciones no lingüísticas, que pueden transmitir diferentes estados de ánimo o distintos significados en la emisión de un mensaje. Las variaciones no lingüísticas del lenguaje han sido analizadas y definidas de diversas maneras por los investigadores. Trager (1958) fue el primero en interesarse por este tipo de fenómenos clasificándolos como sigue:  
• A.- Tipo de voz: depende del sexo, edad o lugar de origen.
• B.- Paralenguaje:
1.- Cualidad de voz: tono, resonancia, tiempo, etc.
2.- Vocalizaciones:
1. Caracterizadores vocales: risa, llanto, bostezo.
2. Cualificadores vocales: intensidad, tono, extensión.
3.Segregados vocales: sonidos de acompañamiento,gruñidos, pausas de silencio, etc.


                Otros autores han propuesto diferentes clasificaciones de los aspectos no estrictamente lingüísticos del discurso. Mahl y Schulze (1964) los incluyen en la zona extralingüística. Lyons (1972) critica la imprecisión del término paralingüística y opta por distinguir entre comunicación vocal y no vocal.
Por lo que respecta a la investigación en este campo, en los primeros momentos, el interés se centró en el estudio de las relaciones entre los fenómenos no lingüísticos y características de los sujetos estudiados (diagnosis de personalidad, etc), para pasar, posteriormente, al estudio de la relación funcional existente entre estados emocionales transitorios y la aparición de los fenómenos paralingüísticos. Ricci y Cortesi (1980) señalan que el conjunto de estos estudios evidencian una estrecha relación entre el estado emocional del locutor y manifestaciones paralingüísticas, así, por ejemplo, una persona ansiosa tiende a hablar más de prisa y con un tono de voz más elevado. Las variables tradicionalmente empleadas por los psicolingüístas en sus experimentos (frecuencias de palabras, número de pausas, tono de voz, etc.) se han tomado en cuenta para desarrollar la técnica conocida como Estilometría (Diges y Alonso-Quecuty, 1993). Esta técnica se utiliza para la evaluación de la exactitud, fiabilidad y veracidad de las declaraciones. La metodología de los análisis estilométricos consiste en localizar las variables psicolingüísticas a estudiar en la declaración que se está evaluando, tanto verbal como escrita. Posteriormente, y tras el análisis cuantitativo de su contenido y del tratamiento estadístico de la información obtenida se llega a la evaluación de la declaración. Algunas de las aplicaciones de la estilometría son la identificación del autor de la declaración y la evaluación de su estado mental en el momento en que la realizó (Gudjonsson, 1992). Pero, sin duda, la aplicación más interesante de la estilometría, para la psicología del testimonio, es la capacidad para discriminar el grado de veracidad de una declaración.

Aspectos olfativos y cutáneos de la interacción social


Davis (1976) señala que aunque los humanos también nos comunicamos a través del tacto y del olfato, y que estos sentidos forman parte importante del mensaje total, sin embargo, es bien poco lo que se conoce acerca de ellos. El hombre no tiene el sentido del olfato tan desarrollado como otros animales, quienes se sirven de él para identificar enemigos, delimitar territorio o como parte integrante de la excitación sexual. Wiener (1966) ha enunciado la teoría de que los hombres percibimos más olores de los que tenemos conciencia de percibir. A estos olores Wiener los denomina mensajeros químicos externos (MQE), también llamados Feromonas , y ahí se incluirían aminoácidos y hormonas esteroides; se trata de sustancias en las que habitualmente no detectamos aroma, y que segregadas por el cuerpo humano, se transmiten por el aire. Wiener señala que el hombre posee por toda su piel gran profusión de glándulas odoríferas, y que pese a que los MQE se excretan en la orina, heces, saliva, lágrimas y aliento, el grueso de ellos está en la transpiración, la cual está estrechamente relacionada con la tensión emocional, por lo que de esta manera se constituyen en un excelente sistema de señales. Diversas investigaciones han sugerido, por lo menos entre los animales, que las secreciones externas de un individuo, pueden actuar directamente sobre la química del organismo de otros (Davis, 1976). McClintock (cifr. Davis, 1976) encontró, al estudiar los ciclos menstruales de estudiantes universitarias, que los ciclos de aquellas que eran muy amigas estaban sincronizados. La clave parecía ser la proximidad física, y no otras variables como sugestión o similitud en los hábitos de vida. Según esta autora se producía la misma clase de transmisión química que había sido observada entre ratas. Wiener (1966) menciona, como apoyo a la hipótesis de que los humanos emitimos y recibimos MQE, experimentos en los que los sujetos eran expuestos a determinados productos químicos, y pese a no percibir su olor, se notaron cambios en la reacción galvánica de la piel, la presión sanguínea, la respiración y el ritmo cardíaco. Según Davis (1976) la teoría de los MQE podría explicar, entre otras cosas, el contagio de las emociones entre las multitudes.
Por lo que se refiere al tacto, éste, al igual que el olfato es un sentido de proximidad y también ha sido escasamente estudiado. La mayoría de las investigaciones se limitan a comparaciones interculturales, señalando la falta de actividad táctil entre los anglosajones, en comparación con los latinos. Un ejemplo es el trabajo de Jourard (1967), quien interesado en la cuestión de quien toca a quien y dónde, presentó a estudiantes universitarios, del estado de Florida, un mapa del cuerpo humano con veintidós zonas numeradas y les pidió que señalaran que zona de su cuerpo había sido tocada con más frecuencia por parte de su padre, madre, y amigos de uno y otro sexo, también les pidió que informaran que zonas de esas personas habían tocado ellos. Encontró que tanto hombres como mujeres habían tenido poco contacto con sus padres y amigos del mismo sexo, pero sin embargo, con los amigos del sexo opuesto se disparó el número de contactos.

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